Para contar la historia del refugio es inevitable nombrar a Carmen, una señora de andar ágil que sola y después de pasar una vida penosa decidió convertir el sufrimiento en amor y creó el refugio para albergar a perros abandonados, producto de un desalojo, que dejó muchos perros a la buena de Dios una vez que sus dueños decidieron no llevarlos consigo. Muchos de esos perros murieron embestidos por los autos, hasta que finalmente Carmen pudo reunirlos en ese pequeño terreno frente a la estación Buenos Aires del ferrocarril Roca donde están a salvo. Allí los alimenta, los cuida y los lleva a la facultad de veterinaria para que sean atendidos
Quien tenga un solo perro y un moderado buen pasar, podrá imaginar lo que es velar por más de 20 con todo en contra, sin dinero, sin estabilidad, sin ayuda. De a poco y usando el dinero de su jubilación y de su trabajo limpiando baños químicos, sacó adelante el refugio pero ahora necesita ayuda.
5 de septiembre de 2009
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